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Encuentro

Jornada sobre Armando Tejada Gómez, el poeta del "pueblo en movimiento”

Se realizará el miércoles 5 denoviembre en la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes.

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El Programa Universitario de Asuntos Indígenas y el departamento de Historia de la FFHA, junto a estudiantes de varias carreras de esta unidad académica invita a participar de una jornada especial sobre Armando Tejada Gómez, el poeta del "pueblo en movimiento”, en conmemoración de su fallecimiento (3 de noviembre de 1992) a realizar el 5 del corriente, a las 20hs. El objetivo es compartir su palabra y su obra desde proyecciones continuas en el hall de ingreso de esta facultad, un pequeño espacio de lectura, reflexión y encuentro con su palabra y su obra y con canciones interpretadas por alumnos de la UNSJ , intentando poner en las manos de la comunidad una porción de la rica obra del poeta de la identidad profunda de nuestra Patria Grande, buscando generar un nuevo espacio de análisis y reflexión de nuestra historia, nuestros marcadores identitarios y los procesos históricos con los cuales se han producido representaciones sociales necesarias de interpelar, y por ellas interpelarnos, gestando nuevos mecanismos para la producción de nuestra memoria y conciencia histórica desde una actitud crítica y fecunda. El lema de la actividad son las propias palabras del poeta: “La cosa es ir y venir por la vida, transparente, transparente”, elegidas por su simple mensaje pero de una profundidad aleccionadora. Y el titulo refiere especialmente al posicionamiento ideológico del autor, que dijo: “el paro de los trabajadores no es paro, es el PUEBLO EN MOVIMIENTO”, mostrándonos un concepto básico para el ejercicio de la democracia y concreción de la igualdad de todos . Armando Tejada Gómez Nació en el Barrio Las Latas, “infierno basural” en sus palabras, donde convergían el Canal Frías y el Cacique Guaymallén, el 21 de abril de 1929; fue el número 22 de 23 hermanos, “otro agregado al hambre”, dijeron las chismosas del barrio, pero fue otro sueño agregado a la esperanza de sus padres . “Hijo de padre y madre, Tejada por mi padre y Gómez por mi madre”… A los 4 años murió su padre, Lucas Tejada, “Tropero antes de los caminos”, y los niños fueron repartidos entre los familiares porque Doña Florencia Gómez, o su “Florencia Arboleda”, la madre, “que le echaba amor a la olla”, no podía alimentarlos a todos. A él le tocó la suerte de ir con su tía Fidela Pavón a su casa en Tres Porteñas. Ella le enseñó las primeras letras, con la Biblia y el catecismo. Cuando regresó a su hogar materno, en la Media Luna, en Pedro Molina, Guaymallén (Mendoza) empezó su oficio de andar las calles, con su hermano Toto, voceando el Diario Los Andes, “querida memoria de nuestro pueblo”. Así aprendieron del lunfardo, los compadres, las mujeres de la calle y los boliches donde el vino ponía alas a los sueños de gastados trabajadores a destajo. Su infancia dura hasta los 12 o 13 años, junto al Toto y el Canal-Zanjón que los recibía en las noches como huéspedes de arpillera y diarios viejos para acunarles el sueño. Después fue cargador en la feria, albañil duro de hombrear al sol el magro jornal. Luego ingresó a L.V. 10, Radio de Cuyo, donde conoció al Negro Oscar Matus, y en 1940 iniciaron su fecunda labor autoral, Armando en la poesía y el Negro en la música. Desde allí la voz se le hizo urgencia para hablar de hombres y mujeres que rendían el trabajo para engrosar bolsillos ajenos y quedar con rostro de hambre. Desde ese difícil camino se constituyó en militante de la esperanza, y junto a sus amigos, inicia un movimiento cultural muy fecundo: El Nuevo Cancionero Cuyano. Una nueva manera de escribir e interpretar el folklore, sin las cristalizaciones teóricas y con el alma de la gente. Su éxito rotundo los llevó a todos sus gestores a transitar el mundo con el reconocimiento general sin distinción de edades. Y también los llevó a ser perseguidos, exiliados o prohibidos, como fue el caso de Armando Tejada Gómez, que no pudo subir a ningún escenario. Su exitosa obra poética fue traducida a más de 30 idiomas y cantada en todo el mundo. Su muerte, acaecida en Buenos Aires, el 3 de noviembre de 1992 lo encontró con su último libro, Los Telares del Sol, publicado póstumamente, escrito para que no se borre de nuestra memoria la invasión a América en 1492.