NOTICIAS UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN

REVISTA LA U

El pensamiento lineal y la contrarreforma

En este texto, Elio Noé Salcedo opina que la contrarreforma contradijo la idea de que la Reforma había venido a quedarse para siempre.

...
Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en Whatsapp Compartir en LinkedIn

El pensamiento lineal ha llevado a pensar que la Reforma de 1918 -el movimiento de la Reforma, la corriente de ideas que inauguró la Reforma, el reformismo– fue un hecho en el tiempo pasado y nada más, sin consecuencias en su propio presente y en el nuestro; o que en su devenir, ha sido un proceso en una sola dirección y sentido, sin modificaciones en el tiempo, sin contradicciones internas, sin altibajos ni agachadas, y que resulta un todo listo y acabado que la historia nos legó ya empaquetado, distribuido racionalmente, a bajo precio y listo para consumir, por lo que no haría falta gastarse en pensarlo o repensarlo, ni habría necesidad de revisarlo y entenderlo en toda su profundidad y dimensiones. Como hemos intentado explicar en algunas pocas páginas –escasas todavía por su complejidad para poder entenderlo-, aquel fue un hecho que trajo todo tipo de consecuencias a nivel académico, ideológico y político, no solo en la Universidad sino también en el país y en toda América Latina, que se desarrolló con muchos matices y contradicciones a través del tiempo y que hoy subsiste en sus herederos, con el ADN que nació a la vida. Dicha situación nos impulsa a profundizar la reflexión sobre ese particular fenómeno universitario, político, social, cultural e ideológico que surgió en la Docta de 1918, con “esa unidad de visión que imprime coherencia a los proyectos dispersos, y que si a veces olvida los detalles, también impide perderse en ellos”. La Contrarreforma, de la que participaron incluso algunos de los impulsores de la Reforma, es un claro ejemplo de sus contradicciones en el tiempo, que aún persisten, seguramente hasta que un pensamiento integrador pueda explicarla y entenderla en su totalidad, y superarla y trascenderla en una nueva síntesis que rescate a su vez sus mejores frutos. Algunos le llaman la Reforma de la Reforma. Habría que explicitar sus contenidos. [...] Leer este texto completo en Revista La U