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Memorias del Tahuantinsuyu: Coronación y despedida

Crónica que describe las ceremonias incas, a la vez que descubre algunas de sus características religiosas más controvertidas.

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Esta crónica describe las solemnes y a la vez asombrosas ceremonias incas, lo que habla de la magnificencia y poderío del Imperio incaico, a la vez que descubre algunas de sus características religiosas más controvertidas.

Texto de Elio Noé Salcedo

Uno de los grandes acontecimientos sino el más grande del mundo incaico era la fiesta de coronación del nuevo Emperador o Sapa Inca (Único Inca), cargada de ritos y ceremonias que debían cumplirse a rajatabla.

Dentro de esa liturgia, el Sapa Inca estaba obligado a respetar “con minucia el ayuno de sal y ají y el retiro silencioso que precede a la coronación”, mientras “de todas las provincias se enviaban los niños y niñas más bellos, de entre cuatro y diez años, que estaban destinados a los sacrificios humanos de coronación”.

Cumplido el mes de ayuno y soledad, “mientras las mamacunas tejían las telas que acompañarían en las ceremonias”, el Inca a ser coronado hacía las carreras rituales por el valle del Cuzco entre los distintos lugares sagrados, “vistiendo la ropa ceremonial, negra y blanca, con pinturas rojas y llevando en manos alabardas de plata y oro, el sunturpancar y el champi, los emblemas del poder”.

Después de aquello, el elegido volvía a la plaza del Cuzco “con gran estruendo” y comenzaban los sacrificios previos a la fiesta. Los niños enviados para la fiesta eran sacrificados y a algunos se les arrancaba el corazón “para pintar con esa sangre pura las waqas reales y las momias de los Incas que presenciaban las ceremonias en medio de la multitud de dignatarios y orejones”. Luego empezaban las fiestas “con abundante chicha preparada en esos días y los cantos y bailes, taquis, acompañados por las trompetas, quepayc, y los tambores, huancacmac, de las unidades militares”. [seguir leyendo]


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Fuente de la imagen: https://historiaperuana.pe/